martes

La batalla de Kruger





Tal como le pasó a la compañera Carmen, el blog llevaba parado un tiempo por una causa simple: quería crecer y yo no le dejaba.
El blog nació para hablar del libro, pero pide voz. Pide hablar de otras cosas. Y no me ha quedado más remedio que darle la independencia.

Eso o cerrarlo.


Y hoy le apetece hablar de una escena maravillosa.

Imagínense, el turista David Budzinski y sus colegas grabando su safari en el parque Kruger, en Sudáfrica. Un río, la sabana, sol, la cámara de video. El guía les señala un punto, enfoca, un grupo de leonas están al acecho de una manada de búfalos que transita por allí. Son unas cinco o seis, agazapadas.
David graba que te graba, los colegas haciendo fotos mientras comentan la jugada y el guía imagino que se enciende un pitillo y piensa que le quedan cuatro horas para regresar al hotel, o lee un libro o le mira el pecho con disimulo a la señora Budzinski.
De repente, el grupo de leonas se lanza al galope y consiguen pillar una cría de búfalo. Entre todas agarran a la cría, la intentan sacar del río donde ha caído porque se ve que no les gusta la carne mojada. Pero al instante, como quien pasa por allí, un cocodrilo/a observa el asunto. Decide que quiere su parte, suelta unos bocados a las leonas, que salen del río con un salto parecido al que daría la señora Budzinski si el guía le diese un pellizco en el trasero. La cocodrila/o agarra a la cría de las trancas traseras, pero las leonas tiran de la cabeza. La escena es impresionante, la cría se extiende como una goma. Finalmente las leonas, que son más, casi sacan al cocodrilo/a (en ningún momento se le ve el género al animal ) del agua y éste/a suelta la presa.
Las leonas se sientan a su alrededor dispuestas a zampársela. Casi se ve brillar la saliva entre los colmillos. La cría de búfala es proteína en estado puro.
Pero, entonces, de repente, las leonas se tragan la saliva, el guía tira el pitillo (o cierra el libro, o se olvida del escote de Ms. Budzinski) y la cámara comienza a echar humo. Un grupo de un centenar de bisontes/as se viene hacia las leonas sin ningún rastro del pacifismo que se les presume. Vienen cabrados/as.
Y mucho.
Se plantan delante de las leonas, qué, pasándolo bien con la niña, les dicen, pues mira, ya que estamos de fiesta, vamos a disfrutar todos.
Uno imagina que, después de tanto ajetreo, la pobre bufalita ya no está para que la salve nadie. Así lo dice una de las comentaristas: itstuleit, itstuleit. Pero oye el gesto está ahí.
Las leonas no suelta la prenda y los bufalos/as parecen dudar hasta que, uno de ellos agarra y de una cornada pone la primera leona en Badajoz. Por si las moscas todavía la encorre un rato. Ahí es nada, la leona dándose con los talones, con seiscientos kilos de cuernos y mala leche detrás, acordándose del lugar aquél, cómo se llamaba, ah, sí, España, donde a los parientes de estos saben cómo tratarlos.
Una vez espantada la primera leona, la búfala -esa tiene que ser búfala- aparece de nuevo en el cuadro; sin mediar palabra, agarra otra leona con la cornamenta y le hace un triple mortal en el aire. El resto de compañeros/as pierden el respeto y comienza la cacería, pero al revés. Los búfalos detrás de las leonas, en venganza por la cría.
A esas alturas a las leonas restantes no les llega la camisa al cuerpo. Siguen aferradas a la cría, pero más por la imposibilidad de escapar -delante cientos de búfalas con sangre de leona en los cuernos, detrás el río con el cocodrilo llorando, en espera de su venganza- que por hambre. Que ya les quedará poca.
Las búfalas se acercan, las leonas están sobre la cría, y en esas, para sorpresa de todo el personal, las leonas se levantan de la cría y ésta se levanta y vuelve con la manada. Las búfalas/os no se ensañan con las pobres leonas, que se les ve castañear las rodillas desde el jeep. Les miran, y como vuelva a pasar, os vamos a empitonar hasta la coronilla, así que venga aire de aquí y que no o volvamos a ver por esta sabana.
David Budzinski dice orgulloso: igaret, igaret. El guía vuelve a encender un pito, o abre el libro o vuelve al escote de Ms David Budzinski. Y las leonas se detienen a distancia para ver cómo mueve el proyecto de comida.
Me imagino la conversación entre ellas.
Esto no puede seguir así. La civilización leona no puede seguir aguantando esos ataques terroristas. Y mientras se reirán. Las mordeduras de cocodrilo son mortales de necesidad, infectan las heridas con unos gérmenes que tienen en la dentadura.
Lo leyeron en algún sitio.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionante entrada!!

Así que el blog se ha emancipado... pues dele voz... que seguro tiene mucho que decir.

Un beso.

Carmen Santos dijo...

Enhorabuena por el nuevo enfoque del blog, Mario.
No sabía que va a salir otro libro tuyo. Ya nos irás informando.
Besos