martes

Reseña: Los Lobos de Hans Hellmut Kirst

No se puede decir de esta agua no beberé. Seguro alguien me escuchado jurar y perjurar que jamás me metería a hacer críticas de libros. Pues le mentí.

Que no me lo tenga en cuenta, ya próxima ronda la invito yo.

Siempre me he referido a los críticos como “blanqueantes de libros”, tengo una teoría respecto a eso que no expondré ahora para que no me traten de editor y/o escritor frustrado y herido.

Aún así, cuando conocí el proyecto La Biblioteca Imaginaria empaticé rápidamente con él. Lo lleva Cristina Monteoliva, desde Granada. Cristina es una de esas personas acostumbradas a hacer todo desde abajo, con ilusión, y sobre todo con confianza en la gente. Al contrario de otras páginas donde eruditos de la materia diseccionan, clasifican, escogen y desechan, La Biblioteca Imaginaria es un espacio abierto a todos, popular, donde no hay más que tratar un poco con Cristina para poder colaborar. Un espacio donde cada uno marca sus límites y su ética.

De modo que he caído y me voy a dedicar de vez en cuando a colaborar con algunas opiniones. Como en casi todo lo que hago, en las cosas íntimas soy menos estricto, me he marcado un pequeño código deontológico. Es sencillo. Simplemente tiene dos reglas:

-No reseñaré libros que no me gusten.
-Compraré todos los libros que reseñe.


Este lunes comenzó el juego.

Aquí os dejo la primera reseña.




Título: Los lobos
Autor: Hans Hellmut Kirst
Editorial: Almuzara
Págs: 576
Precio: 21,95 €


"Hay libros que durante décadas vagan por las librerías, por las bibliotecas, por colecciones privadas que son vendidas al morir los propietarios y se desguazan en alfombras de mercadillo durante las mañanas de domingo. Son títulos que nadie parece conocer, que los editores encuentran descatalogados y se frotan las manos ante la doble perspectiva de dar, por fin, a conocer el título al mundo, y que ese hecho les reporte a ellos el merecido reconocimiento. Por este motivo, estos títulos se reeditan en ocasiones, condenando a los osados editores a silenciosos fracasos una y otra vez.

Esperemos que esto no le suceda a la editorial Almuzara con la maravillosa novela Los lobos, de Hans Hellmut Kirst. Aunque mucho me temo que así será porque Los lobos es una de esas novelas que muestran, que hace comprender, que permite abrir los ojos, y ese tipo de novelas, en la actualidad, ya no se enfrentan al tachón del censor, sino al olvido de los medios que blanquean la literatura. El libro se publicó en Alemania en 1967 y, más tarde, en España, en 1973. El año pasado fue recuperada con un criterio exquisito por la editorial Almuzara, una de esas editoriales a las que merece la pena olfatear el rastro.

El argumento es sencillo. En 1932, Alfons Materna es un campesino bien posicionado de la zona de Masuria, en esa época Prusia Oriental, en la actualidad territorio polaco. Uno de sus hijos mientras participa en unas maniobras de la Guardia Territorial, una organización paramilitar que será la semilla de la organización de asalto nazi SA. A partir de ahí comienza una guerra entre el protagonista y los dirigentes de dicha organización, donde el pueblo y sus habitantes se convierten en el campo de batalla, y los deseos y anhelos de éstos se transforman en armas. Como en cada contienda, uno y otro encontrarán sus aliados, y la rutina diaria del pequeño pueblo de Maulen se convertirá en la trinchera desde la que disparar. De ese modo, mediante un juego especular, los encarnizados episodios de la guerra mundial se vivirán uno tras otro en la pequeña aldea: desde la persecución de los judíos, hasta la barbarie de Stalingrado.

Los lobos permite descifrar, sin juegos malabares, ni teorías socioambientales, cómo pudo el nazismo germinar, crecer, triunfar y mantenerse en Alemania. O lo que es lo mismo, cómo funcionan los mecanismos mediante los cuales las ideas se asientan en la realidad. Mecanismos válidos para el nazismo, el estalinismo, el franquismo, o la llamada democracia parlamentaria que triunfa en la actualidad. Mediante una deliciosa disección psicológica, los personajes muestran las estructuras mentales que permiten convencerse a uno mismo de estar actuando en nombre de una gran y buena causa, mientras se sabe que, en realidad, los objetivos de la actuación sólo buscan un reporte de beneficios individuales.

Todo ello, Hellmut Kirst lo narra con un tono fresco, irónico, en busca de la sonrisa como contrapeso a la profundidad de sus planteamientos y la crudeza las situaciones. En ese aspecto, tanto el personaje, como el narrador, huyen de la autocompasión y la inmovilidad, lo que permite encontrar, en medio del desastre, siempre un rayo de esperanza.

Para el momento actual, inundado de victimismo emocional, donde se confunde libertad con la capacidad de hacer lo que me de la gana sin que me molesten, o la felicidad con la ausencia de dolor, Alfons Materna aparece como el prototipo de personaje de antaño, muy fácil de encontrar entre nuestros abuelos, capaz de encajar los golpes que se derivan del significado de existir y de luchar por algo que se cree, bien sean ideas, familias o ambiciones. Una muestra del ser humano forjado en una relación íntima con la naturaleza, y que, por tanto, admite la presencia inevitable de la muerte y la angustia.

El libro tiene una extensión considerable, sin embargo el buen hacer de la editorial consigue que las páginas respiren lo suficiente, y el estilo de Hellmut Kirst -descripciones acertadas y diálogos sobresalientes, precisos, veraces, sinceros- hacen que la historia avance sin que el lector se de cuenta.

En realidad, sin necesidad de templarios, manuscritos ni códigos de conjuras mundiales escritas en los encajes de la ropa interior de Sisí Emperatriz, Los lobos es un libro que retiene al lector, los engulle y lo convierte en un habitante más de Maulen; uno que pasea por sus calles, ríe con las ocurrencias de sus vecinos, sufre con su dolor o se avergüenza de sus miserias.

En algún momento cerrará el libro, y percibirá que la marca queda en medio de ese ladrillo de hojas que le parecía inaccesible. La siguiente vez que lo cierre, sentirá una profunda pena. Lo habrá terminado.

Maulen ya no existirá más.

Y deseará que Hans Hellmut Kirst nunca hubiese firmado esa página final."


Mario de los Santos

4 comentarios:

Caracola Light dijo...

Muchas gracias por toda esta información. Espero que "Los Lobos" te cautive pra siempre.

NINGUNO dijo...

Ya estás enlazado en mi blog... o sea que ya te he echado el lazo.
Mariano Ibeas

Cristina Monteoliva dijo...

Me alegro muchísimo de que Mario se haya animado a colaborar con La Biblioteca Imaginaria. Además de buen escritor y amigo, ahora le podemos descubrir como gran lector y reseñista de libros.
Si alguien más se anima a reseñar o colaborar de cualquier otra manera, las puertas de La Biblioteca están abiertas de par en par.

Saludos a todos,

Cris Monteoliva
www.labibliotecaimaginaria.es

Anónimo dijo...

Hola, hace unos minutos he acabado de leer el libro (encontrado hace unos días en una librería de viejo que hay detrás de donde se encontraba hace unos años el VIP,S de la calle O, Donnell de Madrid por 10 euros) y buscando algo más de Hans Hellmut Kirst me ha salido tu pagina.

Totalmente de acuerdo con tu apreciación, me hice con el porqué las lecturas irónicas y mordaces de determinados periodos históricos son una de mis debilidades (especialmente cuando su reputación les precede) y ha satisfecho con creces las expectativas surgidas de la lectura de la solapa (no conocía al autor) y la posterior recomendación del librero (aunque esta parecía una respuesta mas comercial que otra cosa).

Por último y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid te recomendaría (si no los conoces), "Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin" de Vladímir Voinóvich (Alianza), “Las aventuras del valiente soldado Svejk” (Galaxia Gutenberg) del checo Jaroslav Haseky “Las 12 sillas” (Acantilado) de Eugeni Petróvich Katáevy e Ilia Arnóldovich Fainzilberg.

Un saludo.