jueves

El dios del fuego



Nunca había visto un incendio antes. Nunca tan de cerca, claro… El martes fui a cenar con mis papis a la casa que tienen en Boquiñeni. Durante el trayecto vi pasar varios aviones, de esos panzudos, que llevan agua para los incendios, iban en dirección al noreste y pensé, vaya, la hemos vuelto a liar…
Y vaya que si estaba liada, pero allí mismo, al ladito, sobre las crestas de los montes de Remolinos. Hicimos unas brasas para el preparar el ternasco (por mucho Adría, Arzak y compañía, para mí, la carne sólo necesita fuego y algo de sal). Cenamos en la terraza, las llamas del incendio dejaban un penacho, inmenso, negro incluso en la noche. Era un espectáculo bonito. A pesar de saber el tesoro que se estaba perdiendo, cada hectárea quemada comienza a doler demasiado, y se llevan casi 85.000 ya este año en el estado, era muy hermoso.
Entre el cordero y la noche iluminada de color sangre, no me extraña que los humanos adorásemos al dios del fuego y procurásemos que nos fuera propicio.
Tal vez, estemos pagando nuestra herejía monoteísta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Felicidades por tu blog. He entrado de rebote, pero me he quedado un ratín leyéndolo (sin tu permiso). Me ha gustado mucho.

Un saludo.