miércoles

Mi amigo

Me encanta, de vez en cuando, pasear por los blogs que menos frecuento. Blogs de escritores, poetas, músicos, pintores, artistas… Lo hago de modo indiscriminado, salto de uno a otro con aleatoriedad, en cuanto me aburro pulso el enlace que tengo más cerca y prosigo. No es que me interese mucho qué dicen, ni siquiera cómo lo dicen, pero es entretenido, el tiempo pasa, y da una idea general de por dónde van los tiros en este mundillo.
Lo que más me sorprende es que todos estos/estas siempre tienen muchos amigos, cantidad de artistas también, que se citan y piropean unos a otros constantemente. Yo no sé si tienen amigos que no sean artistas, o si estos les parecen tan poco interesantes que no merecen salir reseñados en el blog. Nunca hablan de un amigo fulanito, que el otro día se casi se le cae encima el lavabo cuando estaba arreglando las tuberías. No, los amigos son pintores, o músicos, o escritores sesudos…
Vaya… Pues yo sí que tengo amigos de esos: fontaneros, administrativos, militares (de todo hay en la viña del señor), electricistas, albañiles y resto de gremios… Y uno de esos amigos, el otro día me descubrió, me pilló con la conciencia en la masa. Estábamos hablando de la historia del corto que acabamos de producir desde Tropo, le contaba el rodaje y cómo lo había vivido. Mi colega, con las manos tan llenas de callos que su pareja no deja que la acaricie, me conoce desde hace mucho tiempo.
Eso es tu frustración, me dijo de repente el capullo. Eres editor, productor, te mueves entre los artistas esos porque eres un frustrado… Me quedé con las burbujas de la cerveza bien clavadas, sin poder hablar. Intentaste tocar la guitarra en un grupo y no valías para nada, luego te pasaste a carga-autor, dabas pena, luego te lo has montado de poeta, letrista, escritor… Tío, a ti lo que te gustaría es tener algún talento artístico pero no lo tienes, así que te lo montas de lo único que puedes para justificarte, del fulano que pone la pasta. Y ni siquiera de eso vales, porque no vienes de familia rica. Así, que en cuanto te vaya mal un proyecto, te veo pidiéndome curro de ayudante…
Cuando nos fuimos cada uno a casa, después de pensarlo un rato, el jodido tenía más razón que un santo. Pues sí, leche, en realidad, aquí dejo constancia, yo hubiera matado por tocar la guitarra en una banda de rocanroll. Eso es lo que quería hacer… Y lo demás, cuento…
Y tú, colega, en lugar de trucar aquellas motos debería haberte gustado más la psicología, capullo…
Pero a lo que vamos, que no me imagino a mis amigos artistas diciéndome estas cosas…

5 comentarios:

Rocío dijo...

Mmmm, ni todo es blanco, ni todo es negro. No creo que tenga razón. Sí es cierto que en el momento en que haces una elección, dejas de lado otras cosas. Elegir lleva implícito el abandono. Quién sabe, si no te hubieras tirado por estos derroteros, quizás habrías puesto todos tus esfuerzos en la guitarra y no habría sido un "fracaso". Está claro que todo lleva una dedicación y un trabajo que completan el arte que podamos tener.
Mientras tú te sientas a gusto con lo que haces - que lo haces muy bien, ahi están los frutos- que vengan todos los amigos que sean para echártelo por tierra o hacerte pensar. Eso también es bueno.
Besos.

Augusto dijo...

Mario, si me permites, yo estoy de acuerdo con rocío. En la vida he conocido dos tipos de personas; unas son las que disfrutan de lo tangible, de lo sólido, de lo que se ve, nada intelectual y las otras son las que viven escuchando otras llamadas impalpables, en un mundo tan idealizado e imaginativo, que lo convierten también en verdadero porque igualmente lo disfrutan.
Por lo que leo, has sido (como yo) de los que se han permitido ir un poco por el camino de las ideas, y aunque no obtengas el fruto de lo que todo el mundo conoce como “provechoso” significa que tienes el don de ver cosas donde no todo el mundo las ve.
A veces, lo importante no es la meta ni el resultado, sino el aprendizaje que implica un trayecto.

MiXta dijo...

A mi me gustan los chicos que tocan la guitarra. Cuando iba de campamentos siempre me enamoraba de "el de la guitarra". Me daba igual que tocase bien o mal (bueno, tampoco entiendo mucho). Cualquier otro instrumento no me provoca el mismo efecto. Tiene que ser la guitarra.
El otro día vi que la tenías en un rincón, llena de polvo. Aunque no seas Olivier Durand, sería un placer que un día de estos te dieras por un rato a esa inquietud adolescente.

Mario dijo...

Gracias a todos, pero lo de guitarra está asumido... Para la otra vida... Y las opiniones de mi colega, es que sin ellas no podría seguir... Me parece que la sinceridad brutal es patrimonio de muy poca gente. Y para uno que tengo que se afeita los pelos de la lengua todos lo días, pues lo aprovecho...
Juan tomo nota, te enlazo y promteo pasarme...

Anónimo dijo...

Yo directamente soy un oficinista vulgar, ni siquiera me encuadro entre los escritores o artistas... quizás ese sea el delito... el creerselo.

A mi tambien me encanta la montaña, subo tresmiles y hago travesías, pero cuando me dicen que soy montañero digo lo mismo... yo soy oficinista barato, tanto escritor como montañero es algo más.